martes, 13 de septiembre de 2011

La niña del cubito azul

El cubo es azul, con una cenefa de pececitos blancos. 
El cubo es pequeño, la niña también.
Bañador verde con ribetes azules. Ribetes de sal y arena en la piel. Pelo rebelde, sus rizos morenos recogidos por una cinta de raso verde con gatitos naranja.

Se pasea a orillas del mar, sola, con el semblante serio, concentrado, muy atenta la mirada.
No mira el mar que de ola en ola le lame los pies.
No mira los pájaros que alborotan cerca, ni a los demás niños que gritan y se salpican.
Mira las huellas de unos pies que dibujan un camino delante de ella. Y las sigue.
Mira las conchas ocres que cada ola deposita delante de ella. Y las sigue.
De vez en cuando se agacha y recoge una de esas conchas y la guarda en el cubo. Y despues de estudiarlo con ojo crítico, sonríe a su tesoro.

Y sigue su camino de huellas de pies desnudos.
Y sigue su camino de conchas doradas.




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Al otro extremo de la playa, una mujer. Bañador azul con ribetes verdes. Ribetes de arena y sal en la piel. Pelo moreno recogido con una goma naranja y una estrellita.
Sola, la espalda apoyada en una roca, el semblante serio, concentrado, muy atenta la mirada.
No mira el mar ni los pájaros.
Sigue las huellas de unas palabras, sigue el rumor de un tesoro de conchas doradas: está leyendo.
 
De vez en cuando, levanta la mirada hacia el cielo y el sol. Les sonríe.
Sin mirarlo, sus dedos acarician el punto de lectura: una cinta de raso verde con gatitos naranja.
Y recuerda aquel lejano día en que, según le contaron sus padres, se perdió en la playa.

Sonríe y se levanta. Guarda el libro en la bolsa, recoge la toalla y regresa, caminando a la orilla del mar que le lame los pies de ola en ola.
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Las dos se agachan a la vez para recoger la misma concha dorada.
Y se sonríen dejando que la ola se la vuelva a llevar... Saben que la volverá a traer...
 


5 comentarios:

  1. Yo también me he reencontrado con mi pasado caminando descalzo por una playa vacía. Pero me quedé con la concha dorada, no fuera que el mar no me la devolviera...

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  2. Pues sí, mariajesus, mezcla de memoria lejana(me perdí de verás en una playa siendo niña, recolectando conchas)y de la casualidad de un encuentro con una niña perdida al principio de mis vacaciones. Y sigo recogiendo tesoros varios.

    Diego, hombre de poca fé: el mar siempre devuelve los tesoros, por eso tiene olas que van y vienen.;-)

    Me costó horrores traeros este relato con la conexión de pena de este sitio que me tiene embobada pero se acabó la playa hasta el año que viene y me traigo un cubito lleno de conchas naranjas. :-D

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  3. Delicioso texto, con cuánta sencillez y ternura describes dos situaciones separadas por el tiempo.
    Mereció la pena tu esfuerzo para traernos este relato.
    Un abrazo.

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  4. Muchas gracias por tu benevolencia conmigo, Mercedes.
    Memoria selectiva la mía... igual que para los libros que leo ;-) menuda coincidencia al leerte esta mañana jajaja ya verás...cuando salga mi reflexión sobre el tema (cuando le toque... como dice algun conocido mío jaja)
    Me costó,¡vaya si me costó! pero soy tozuda. Hasta terminaré dominando la tecnología algun día ;-)
    Un abrazo.

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