martes, 25 de septiembre de 2012

El rumor


El rumor empezó allí, en el claro de un bosque ignorado de los hombres e ignorante de sus estaciones.

Primero, fue un simple susurro aislado.
De madrugada, un escalofrío inusual recorrió la copa de un arce. Estornudó y pidió disculpas dejando caer una sonrisa sobre el musgo.
Luego, se estremeció también un abedul. Pero los abedules, ya se sabe: tiritan por cualquier motivo, así que nadie sospechó nada.

Y el día transcurrió cálido, como los anteriores:
Mirlos escandalosos con banquete de moras, hormigas espigadoras en cada recoveco, elfos peinando las cabezas hirsutas de las incipientes castañas y gnomos sacando brillo a las piedras del sendero con lágrimas de resina.

Todo normal.

Todo normal... hasta que al cabo de unos pocos días, en los árboles mudaron los cantos.

Y el rumor rápidamente se extendió por medio de las ardillas que avisaron a las lechuzas que se lo comentaron a los ciervos que a su vez, después de deliberar con jabalíes y ratones, decidieron pregonar con voz sonora la buena nueva:

 "¡Ha llegado nuestro otoño!"

Y ya no fue sólo rumor sino clamor.

Y con el alboroto, se despertaron las hadas pelirrojas que sonrieron felices.
                      ¡Por fin les tocaba a ellas!


Dejaron sus escondites de liquen listos para acoger a sus hermanas rubias de la estación anterior: muy pronto llegarían y se merecían un descanso.
Y ellas, desperezándose, cantaron alegremente, desde todos los árboles, el poema del otoño, repartidor de tareas:

Para las artistas:
Pintar las hojas despacio, una a una, sin repetir colores, cuidando los matices, respetando las características de cada planta. Un delicado maquillaje con gotas de miel, rubor de manzana y reflejos de atardeceres morados. Y perfilar con lapiz-avellana y el ingrediente enigmático del ámbar líquido.  
Y sin olvidar añadir los detalles que luego darán voz al viento y su sinfonía caprichosa.

Para las meticulosas:
Hacer recuento de setas, colocarlas en círculos, hileras o grupitos y sobre todo, sobre todo etiquetarlas (tarea de suma responsabilidad).
Y preparar los almacenes que pronto se llenarían de bayas, piñas, nueces y semillas.

A las más jovencitas, deseosas de pasear, les fue asignado el oficio de carteros: de riachuelos en arroyos, entregarían la notificación de tener listos los lechos y las orillas donde las nubes irían a instalar su fábrica de neblinas azulonas.
Otras debían llevar la hoja de ruta a las aves viajeras que llevaban unos días esperándola con impaciencia.

Las hadas mayores fueron encargadas de explicar el plan de retirada a los tozudos insectos rezagados .
Y otras tenían que revisar alquitaras y frascos de perfumes para empezar a vaporizar cada rincón del bosque en cuanto cayesen las primeras lluvias.

A las hadas más aventureras, se las mandó fuera del bosque, a las praderas, para enseñar a los bulbos de cólquicos el camino de la luz y rogar a los demás un poco de paciencia...

...Y mil cosas imprescindibles que se tienen que hacer en esta época del año.
Porque no se las oye como a sus hermanas del verano, tan exuberantes, tan bulliciosas, no vayáis a pensar que las hadas del otoño son ociosas.

No, no son ociosas.
Es que las hadas pelirrojas trabajan en silencio.
En profundidad. En silencio...

En el bosque, sólo un leve rumor las delata...

Pompita de otoño.
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sábado, 22 de septiembre de 2012

No es lo que parece...


No, no es lo que parece.

Esta sirena no soy yo (jajaja...¡qué pena!) ni me he ido otra vez a escuchar la arena.
Lo que pasa es que "una musa-medusa de calcetín rosa" ha pisado sin querer unas reflexiones de salamanquesa bonita (ggrrr) sobre la llegada del otoño, prevista para hoy y... ni tiempo de resucitarla...  así que he decidido aplicar un remedio antiguo de la tele (en mi tierra por lo menos... aquí, no lo sé)

"Disculpen esta interrupción en nuestra programación habitual. Interrupción debida a problemas técnicos que solucionaremos en breves instantes."

Y ponían generalmente un acuario, con sus burbujitas y sus peces mudos.
O unas vistas del Mundo del silencio, con medusas y todo, al estilo de Cousteau (programación que por cierto le encantaba a la gata que tenían mis padres en aquellos años. Y a nosotros nos encantaba verla tan intrigada con el paseo de los pececillos en blanco y negro. ¡qué pena no haber tenido forma de grabar sus pesquisas por la parte posterior del aparato! Ahora os podría poner un vídeo de gatitos juguetones, de esos que abundan ultimamente)

Y ponían música clásica para hacer más amena la espera.
Y "¿qué música más clásica y más amena que la de las olas?" pensé yo.

Podría haber puesto también un resumen de las mejores jugadas del último partido o del culebrón de turno (sin esperanza) Pero no. A mí, esto no me inspira demasiado.

Así que, el verano se alarga y hoy toca esto...  No pompita de la sierra sino burbujitas de olas.

La semana que viene tocará otra cosa...

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viernes, 21 de septiembre de 2012

Error...

Error Error Error Error Error Error Error Error Error Error Error Error Error Error Error Error

Edito para añadir: esta entrada, debida a un error (o más bien cúmulo de errores de dedos impacientes), no tiene más valor que por los comentarios aquí aportados por gente con sentido del humor.
El error es no tenerlo. No el navegador, sino el sentido del humor como GPS.
Y mi comentario es que "De los errores se aprende" 

Besos de carcajada para todos. "Recálculo..." 

martes, 18 de septiembre de 2012

Curiosa relación


Desde que cayó dentro del coche y pasó varios días allí, escondido debajo del asiento y en silencio, lo tengo atado con una correa a la idem del bolso como un perrito y me acompaña siempre que salgo de casa.
He vivido muy a gusto sin él durante años y resulta que desde hace años también, está siempre conmigo.
Bueno... en realidad, muchas veces dormita en mi bolso (el que sea: soy bolso-adicta), olvidado o sin batería. (eso lo saben tan bien mis hijos que cuando quieren hablar conmigo, primero llaman a su padre)
Puedo pasar días sin hacerle caso ni echarle una mirada y otros...a todas horas.
Pero forma parte del "kit" de las cosas imprescindibles que están siempre en mi bolso, como la cartera y el cuadernito naranja de mis apuntes de divagar, el cepillo del pelo y el pintalabios, las llaves y el tabaco... (bueno, la lista es larga: mis bolsos son grandes y parecidos al de Mary Poppins)

Es normalito, sin jueguecitos. Llamo yo "jueguecitos" a las muchas cosas complementarias que aparentemente ahora son imprescindibles también para vivir (¿?) en sociedad.
No soy pro-tecnología punta, qué se le va a hacer...
No es una prolongación de mi mano como lo es para otras gentes que me rodean; no lo tengo pegado (injertado más bien) al cuerpo como otros que me sé...

Hablo poco con él. Pero en él escribo, de todo un poco: títulos de libros, medidas de cosas que tengo que comprar, citas importantes... cosas así. Cosas que luego muchas veces ni me acuerdo de consultar. Soy un desastre con el móvil.

Escribo mensajes también (al fin y al cabo se inventó para esto, creo: comunicarse con otras personas que no están cerca)... mensajes que por despiste alguna vez que otra, mando al destinatario equivocado con las risas que esto provoca.
Y como soy una sentimental sin remedio, me cuesta borrar mensajes recibidos, antiguos, cariñosos o divertidos.
¡Con lo bonito que era guardar cartas y postales, con su lacito... !

Como soy torpe y algo (bastante) alérgica a la tecnología, no sé utilizar todas las posibilidades que me brinda... ni me preocupa mucho investigarlo, sinceramente. Además, cada vez que lo he intentado, lo he cabreado y se ha vuelto loco... y yo también. Por ejemplo, creo que no he mandado más que unas pocas fotos y de foto en foto, nunca estoy segura de recordar cómo se hace. Ya lo sé... es muy fácil pero... soy así de torpe.

Sin embargo, tengo que reconocer que me gustan sus musiquitas que, cuando suenan, me evocan rostros. Sonidos que varían, desde compases romanticones o burlones a maullidos de gato o cantos de pájaros o lo que sea, dependiendo de la gente.
Y cuando suena la de los mensajes, me avisan en casa: "¡Una lechuza!" (sí... la de Harry Potter... soy así... qué se le va a hacer... me gustan las lechuzas y la magia)

Pero a veces es incordioso el pobrecito: como por ejemplo, cuando pretendo echarme una siesta y se pone a cantar a voz en grito sin parar y enciman se equivocan y preguntan por Pili y no quieren admitir que "se ha equivocado al marcar, no me llamo Pili y este número es el mío, se lo aseguro"
Porque encima insisten dos o tres veces en busca de la tal Pili.
Creo que la próxima vez contestaré:
 " Soy yo... ¿mi voz?.. ah! es que estoy resfriada... Cuéntame..."  y me entero de sus secretitos. Jeje.
o "No se preocupe, le daré el recado a Pili en cuanto la vea." Y ¡qué se fastidie la tal Pili!
o " Pili me ha pedido que le diga que no quiere saber nada de usted y que ha cambiado de móvil." Bueno... eso, no... Sería maldad pura y dura...
Bueno... mi grado de maldad dependerá del insomnio de la noche anterior y de la necesidad de siesta que tenga.
Mejor apagarlo ¿no?... Pero ...¿y si me llaman? ¿y si es urgente?...

También es incordioso cuando suena en mitad de una conversación y estoy como un pato mareado sin saber a quien atender primero, y al final, contesto al móvil que me pone nerviosa, olvidando ser educada y preguntar "¿ me disculpas?..." o cuando suena y me pone nerviosa otra vez porque estoy conduciendo y pensando "¿será importante? ¿y dónde aparco yo, aquí, en la autopista?..." .

Por eso lo tengo muchas veces silenciado... corriendo el riesgo de olvidar darle voz de nuevo y tener que oír luego quejas del tipo:"¡Hija! no sé para qué tienes móvil: es imposible hablar contigo."

Y yo pienso: "Ya sé que llevamos años con él pero ¿cómo hacíamos para comunicarnos antes de este chisme? ¿cómo hacíamos para quedar con alguién? ¿cómo hacíamos para orientarnos en la carretera? ¿para saber la hora? ¿para...? yo qué sé... Ahora se hace de todo con el móvil." Y lo hacíamos. De otra forma pero lo hacíamos.
Ya sé que este discurso sonará a rancio, a analfabeta, a pasada de moda pero es un aparatito (el de los demás y el mío) que me molesta muchas veces (o por exceso o por defecto) y tenía una cuenta pendiente con él.

A su favor, reconozco que con lo "preocupona" que soy, me da tranquilidad que me digan:" He llegado bien" o decirlo yo por si se preocupan por mí, y saber que lo tengo conmigo en el bolso... "por si acaso".
"Por si acaso"... muchas cosas que necesitan urgencia.
Es la mayor utilidad que le veo.

Curiosa relación la mía con el móvil. Pero me consuela pensar que somos algunos así. O ¿no?...

Pompita con mensaje y sonido.
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viernes, 14 de septiembre de 2012

De ola en ola...




- ¿Qué te pasa?
- Tengo frío.
 
-¿Qué te pasa?
- Me voy mañana.

- ¿Qué te pasa?
- Se acabó viajar en tus carabelas...
   ... despeinarme con tus brisas...

         De ola en ola...

- ¿Qué te pasa?
- Se acabó escuchar los relatos de tus olas...
   ...tatuar en mi piel la sal de tus arenas ...

          De ola en ola...

- ¿Qué te pasa?
- Se acabó arroparme con tus algas...
  ... perfumarme con tus aromas...

         De ola en ola...

- ¿Qué te pasa?
- Se acabó mecerme con secretos de sirenas...
  ... beber tus lágrimas de luna...

          De ola en ola...

- ¿Qué te pasa?
- No te olvidaré.

          De ola en ola...

- ¿Qué te pasa?
- Volveré...

          De ola en ola...
                             ... el verano que viene.
          De ola en ola...
                                Volveré...

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viernes, 7 de septiembre de 2012

La arena me contó...




 Tumbada en la arena, juego con ella... es fina y se escurre entre mis dedos como los días de vacaciones en el reloj... sin ruido...

¿Sin ruido? ... escucho el susurro que dibuja al pasear en mi piel, en la toalla, en mi cuadernito naranja...

Cierro los ojos...Me adormezco, mecida por este murmullo... a cada momento más insistente.

"Yo era acantilado ¿sabes? Allí, al norte... Blanco, alto, defensivo y tengo un hermano gemelo al otro lado del canal. El mar que nos creó y nos dejó la firma de sus conchas, sus estrellas y sus erizos, el mar nos separó, nos alejó."

"Y yo era una caracola de los mares del Sur, rosada, brillante, irisada, habitada, sonora. El mar que me dió la vida y me paseó de ola en ola, me hizó añicos contra un portaviones un día de tempestad y me llevó lejos de mis aguas turquesas."

"Yo (no me gusta contarlo...), yo sé que era una ostra, (no se lo digas a nadie ¿vale?)  Vivía en un parque vigilado por Dahut. Mira, todavía tengo reflejos de perla. ¿verdad que me sientan bien?"

"Y yo, un mejillón... ¿sabes?... me arrancaron de mi familia... hace tiempo... Eramos como una piña...
Estoy de luto ¿no lo ves?..."

"Y yo... pues...no lo sé... no entiendo lo que hago aquí... estaba en el desierto, tan tranquilo, sin ver a nadie... y entre remolinos de vendaval y sacudidas de patera, me encuentro aquí donde todos me pisotean y me manchan...Si no fuese por la media luna que veo a veces..."

" ¡Ozú! ¡Shiquillos! ¡qué malajes sois! ¡Escuchar todos! Mi historia es mucho más divertida: yo era una botella de cristal verde (¡hip!) que un marinero lanzó por la borda pero ¿sabeís una cosa? las ballenas me han contado que antes había sido acantilado normando, concha del Pacífico, mejillón de Galicia, ostra de Bretaña y muchas más cosas que se remontan en la noche de los tiempos, mucho antes de la Reconquista incluso y que en realidad debo de ser (¡hip!) el granito de arena más antiguo del mundo mundial aunque no lo parezca. Me gusta la juerga y bailar y cantar y... ¿quereís que...?
¡Anda Manué! ¡Saca la guitarra! ¡Ozú, hace una caló!...
¡Y tú, Candela, mi arrrma, trae la neverita questoy seco...  hace una caló..."

Me despiertan la música del levante y el taconeo de la arena que escapa de las palmas de mis manos y baila unos metros más allá.
Pero sigue contando sus batallitas en mi piel y mi pelo     y entre las hojas de mi cuadernito naranja.

¡Cuántas cosas cuenta la arena! Escuchad...

"Yo era acantilado ¿sabes?..."