martes, 25 de junio de 2013

Verano... Verano... Verano...

Hace unos días me dí cuenta de que llegaba el verano en el calendario y recordé que tenía que hacer algo importante.
Pero para hacerlo, necesitaba una cosa fundamental...
Y en busca de esta cosa imprescindible, abrí el plumier que me acompaña desde hace tantos años (mucho antes que este ratón que ahora busca en los rincones con qué alimentarse)

                                                                                                                                                       mía

Y miré su contenido: el lápiz-tigre de los duendes, un lápiz blanco (con la punta rota), uno verde (bonito), la vieja estilográfica sin marca ni recarga, un rotulador violeta casi sin tinta también, un clip ...
Encontré muchas cosas y cositas pero "esta cosa"... no.

                           No la encontré.

Busqué en otra caja de madera, viejita ya: la que antes contenía un juego de dominó. Se perdió su seis doble y por esta razón se reconvirtió su caja en la cajita-de-las-cositas-varias-que-siempre-sacan-de-apuros.
Y no vi más que la goma de borrar los números equivocados de los sudokus, una cinta del pelo, el sacapuntas, unos lápices sin estrenar, el rotulador verde que buscaba el otro día, el corazoncito infantil encontrado durante un paseo, el marca-páginas de la lectora nocturna con alevosía, un imperdible dorado y chiquitín, un tornillo (que ni sé de dónde proviene), la mariposa transparente de un papelito de caramelo doblado y desdoblado mil veces...
Un montón de cosas y cositas... útiles e inútiles.


                       Y tampoco en esta caja encontré "la cosa especial".

Busqué entre las páginas del penúltimo libro leído...
Lleno de pensativos puntos suspensivos... como mi cabeza...
entre las páginas del diccionario de los buenos ratos,
entre las páginas sueltas de las palabras inventadas,
entre las páginas de la carpetita naranja 2013

                                                                                                                                                        mía
Me miré por dentro también (nunca se sabe...) : y vi algunas cosas...
pero ninguna me servía para el caso.

                       Y nada... En ningun sitio la encontré.

                       No encontré la inspiración...
                                                        ... me quedé en blanco.

                                                                                                                                                       mía

Este año, mi verano se queda sin hadas.
Este año, no me inspira el verano para escribir a las hadas.
Para ser sincera, cada año me inspira menos: el sol se ha vuelto nocivo para la piel... y hasta para el cerebro si no te proteges bien la cabeza.
Cuando lo hay, demasiado calor me agobia, mi jardín se agosta desde julio, se me quitan hasta las ganas de desayunar... vamos... que cuando hace demasiado calor, lo llevo mal.
Y cuando no hace, me quedo aletargada como una lagartija a la que le falta la caricia del sol.

                      Llamé a las hadas del verano con susurros y a gritos...
                      pero... nada. No acudieron.
                     O están sordas o estoy ciega: no las encontré.

Verano... Verano... Verano...
         "No hago otra cosa que pensar en ti... y no se me ocurre nada"...
Verano... Verano... Verano...
         "Hoy las musas han pasao de mí"  como cantaba Serrat

Bueno... os dejo su canción. Una canción siempre viene bien.
Y si es de Serrat, más. En cualquier estación.



Pompita sin hadas del verano...     " Andarán de vacaciones..."


Entonces... haré como ellas....
A ver si las encuentro antes de septiembre (a ellas o a los duendes extraterrestres)
Y si es así, os mando una postal llena de besos estivales. Prometido.
                           
.fotos: algunos de mis cachivaches útiles e inútiles.

martes, 18 de junio de 2013

Fin de primavera

                                                                                                                                                      mía
Mosaico vegetal, tamiz del sol...
Matices de sus teselas aéreas...
Como una lluvia refrescante...
Agua viva, cantarina...
Musgo tierno en las orillas...
Cabellera de algas y su caricia...
Surtidor y alboroto de gorriones...
Ambiente cálido, relajado, relajante...
Cuna del monolito, cobijo mineral...
Rumor del puente, de los pasos...
De los pasos hacia el verano...
Del discurrir fluido del agua...
Del agua y su verbo...

                                                                                    mía
Pompita con agua clara, serrana...

.Fotos: 2012 momentos de la sierra madrileña.

martes, 11 de junio de 2013

Orden en la cocina

                                                                                                     mía        
Todo era como un juego de adivinanzas: tenía en la estantería de la cocina varios botes de cerámica artesanal de tamaños crecientes (o menguantes, según se mire: ya lo sabéis, las cosas no son siempre exactamente como son, sino según cómo se mira y según quien las mira)

Pues eso... una retahíla de botes de esos que tienen escritos en la panza "Harina", "Azúcar", "Sal" y no recuerdo qué más.
Y digo que era como una adivinanza (o una lotería, más bien) porque el más grande , el que ponía "Harina", al chocar en la encimera un día de hacer pan, se rompió y hubo que hacer trasvase de ingredientes, por eso de la capacidad creciente-menguante.

Y desde entonces, donde ponía "Azúcar" estaba la sal, y donde ponía "Lentejas" había otra cosa y así con los no sé cuantos botes; menos uno: el que se rompió por descuido, un día de hacer pan. Era martes 13.

Con lo cual, salvo ella, nadie podía atinar a la primera en la cocina pero con arte y buen humor, todo se supera y todos terminaban por reírse con la intriga de las adivinanzas.
En general, era divertido estar con el dedo índice apuntando, pensativo y atrevido a la hora de elegir el bote adecuado para cada plato.
Ella, casi siempre acertaba a la primera. Al fin y al cabo era su cocina. ¿verdad?
Y sabía que donde ponía "Sal", estaba la harina, y donde ponía "Lentejas" estaba el azúcar y etc...etc...

Hasta que un día, un mal día, su memoria empezó a fallarle o estaría absorta, pensando vete a saber en qué, pero el caso es que ella, ya no se aclaraba y los asados empezaron a saber a café, la tortilla a azúcar, el té a cebolla pochada y sus dulces a ajo o sal marina.

Entonces tuvo que resignarse a poner etiquetas corrientes encima de las letras ingenuas y azules de la cerámica artesanal. Una pena.
Un día, se enfadó y los tiró todos y compró de esos que tienen una ventanita y se ve a la primera, como en un escaparate, lo que contiene el bote. Otra pena.
La estantería de los botes se volvió vulgar, funcional, corriente, aburrida. Y a ella, poco a poco se le quitaron las ganas de experimentar con recetas especiales, hacer pan casero o postres pecaminosos.
Otra pena.

En la cocina no hay nada más desalentador que el desorden... a no ser el orden excesivo.

Moraleja: no hagas pan sin mirar el calendario, tu horóscopo, los posos del café, la fecha de caducidad del frasco de garbanzos o de la bolsa de quisquillas congeladas... la lista es larga.
            ... o se te romperá el bote de la "Harina".

Pompita de martes 11...
(menos mal, porque hoy me apetece hacer pan.)


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martes, 4 de junio de 2013

Había un jardín llamado la Tierra...



"Es una canción para los niños que nacen y viven
entre acero y alquitrán , entre cemento y asfalto
Y que quizá no sepan nunca
que la Tierra era un jardín."


Pompita para que en el futuro, los niños no tengan que cantar esta canción...

 "¿Dónde está este jardín donde hubiéramos podido nacer
donde hubiéramos podido vivir despreocupados y desnudos?
¿Dónde está esta casa de puertas abiertas
que sigo buscando pero ya no encuentro?"


Para que siga existiendo este jardín de la Tierra.
Para que seamos conscientes de nuestra responsabilidad.

No sólo hoy o mañana, no sólo un Día al año... otro día DE...

Gracias, Moustaki.

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