Ya sé que casi termina la estación veraniega:
están los fascículos en los quioscos (ya he visto de "Ganchillo fácil" y "Pastelería creativa" lo digo por si interesa a alguien); también están las prendas de abrigo en los grandes almacenes.
Y también la vuelta al cole y sobre todo el famoso "síndrome post-vacacional" están en boca de muchos también.
Pero por fin:
¡Encontré a las hadas del verano!
Y ya imagino vuestras preguntas:
"¿Cómo son? ¿Cómo son? ¿Dónde viven? ¿Qué hacen?"
Pues a diferencia de sus hermanas de las otras estaciones que más o menos llevan uniforme, las hadas del verano son todas muy distintas y creo que fue lo que me despistó cuando empezó el verano:
Recordaba vagamente a unas con quienes jugaba en los campos de trigo de mi infancia, con sus cortas túnicas del color de las espigas maduras, estrellas azul cielo de aciano prendidas en su pelo rubio o tostado, grandes margaritas blancas entre los brazos y rojos pendientes de cerezas en las orejas. Cibeles en miniatura. Añoranzas.
Y como donde vivo ahora, no hay trigales... pues eso: me despisté.
Así que, siguiendo vuestros buenos consejos, volví a mirar... Y encontré muchas. Muchísimas.
Y duendes también. (Sí, en mi mundo mágico también existen duendes de cada estación: en otro momento os hablaré de ellos)
Pues sí, hay muchas hadas del verano...Y es más... creo que en esta estación se multiplican, salen de todas partes como pequeños insectos voladores. Enjambres de abejas responsables...
... o vuelos erráticos de libélulas pululando por ahí y rara vez quietas.
Miríadas de seres diminutos que se desplazan sin descanso.
(¡Ojo! No las confundáis con los mosquitos, moscas, mosquitas y moscones muy corrientes también en esta estación, y dejad que se os acerquen los duendes y las hadas.)
La primera que encontré es muy pequeñita y discreta.
Y seguro que os encanta.
Siempre vuela con una bolsa en bandolera llena de arena dorada de estrellas. Y las va soplando silenciosamente encima de los párpados de los mortales. Suele aparecer después de la comida estival con tinto de verano...o con cervecita bien fría...Esperando el colofón de la gran sonrisa de sandía.... y el cafetito con las conversaciones que languidecen... Y aprovecha nuestra tendencia a tumbarnos cómodamente a la sombra del nogal o el olivo o en la penumbra del sofá para revolotear alrededor nuestro, dejando otra sonrisa... relajada... en nuestros labios... shhhh...
Estoy segura de que la conocéis todos: es el hada de la siesta.
Y era lógico que fuese la primera en aparecérseme pues de todos es sabido que en Sueño y en Verano, es como mejor se ven a las hadas.
Y lo confieso: así es cómo las vi, desde aquí.
A otra, la encontré lejos de aquí y me susurró su nombre al oído.
Un nombre fácil de traducir, memorizar y pronunciar a pesar de estar en un idioma incomprensible para mí.
Vive rodeada de ranas de madera que croan sin cesar y no muy lejos de una isla que tiene forma de corazón.
Pero no diré donde: cada uno tiene que encontrar Su isla mágica, Su ilusión secreta.
Y también era lógico que apareciese allí: pues, sí bien la primavera está considerada como la estación del nacimiento del amor, en verano es cuando más florecen los ramos nocturnos de sus fuegos festivos.
Es la época de las celebraciones de las cosechas (el 1º de agosto, según nos cuentan los celtas.)
Sea la cosecha escasa o abundante, siempre es una alegría.
Como os comenté, entre las hadas encontré a unos duendes también:
Unos, con sonrisa pícara y churretones de helado... Otros, mirando pasar a la gente, disfrutando sentados en su silla de enea, en la acera, cada atardecer... Otros, revoloteando de flor en flor con alas irisadas de efímera mariposa... Otros, paseando a la orilla de los lagos, oteando el cielo y sonriendo a las estrellas...
...Volviendo a mis hadas: vi a otras, aparentemente más quietecitas: viven en árboles de vetas cálidas de madera pulida o se pierden y se encuentran entre las hojas de otros sueños. Y otras cantan, atareadas debajo de otras hojas, verdes:
verde-flor-de-brécol, verde-pasto, verde-promesa-cumplida-de-huerto...
Son todas diferentes: unas huelen a relajante aceite de coco o de zanahoria, otras a aires marinos, otras al sano sudor del esfuerzo campestre; unas brillan como triángulo de verano, otras como bulliciosa discoteca; unas andan heladas de aire acondicionado y otras, aplastadas de calor, bebiendo horchata, granizado de limón o café con hielo.
Son todas distintas y sin embargo todas tienen en común su infinito amor al sol, su culto al calimocho o a la clarita con limón, sus risas y sus silencios, su vivir a deshora, entre paréntesis, el cuerpo y la mente ligeros de ropa y de equipaje (por mucho que arrastren maletas o pesadas mochilas).
He tardado mucho en verlas este año. Pero las encontré.
Quizá por haberme esforzado en la asignatura de Herbología... Será esto seguramente pues, como dice mi amiga Vicky: "El agua de aciano es muy efectiva "para calmar las irritaciones oculares y sirve para fortalecer, aclarar y conservar la vista."
O quizá por haber buceado en grimorios que nos hablan de filtros de flores que hay usar en decocción sobre los párpados para poder mirar las estrellas lejanas a los ojos.
Ya me voy más tranquila: podré disfrutar de charlas con algunos de los duendes y hadas del verano... hasta que se retiren para recuperar horas de sueño; porque lo que más les gusta, ya lo sabéis, es trasnochar... y los fuegos artificiales.
Hasta que tomen el relevo las de otoño o sus duendes.
Sí. Dentro de poco, me voy otro ratito. Os dejo de nuevo. Pero es un ratito. Es un ratito nada más, os lo prometo: las hadas y los duendes del verano me llaman desde la arena y las olas: "¡Ven! ¡Ven!" ...
No me puedo resistir a su embrujo... ¿Me entendeis, verdad?...
Y "re-bolero-que-ando" (sí, ya lo sabéis: me encantan las palabras inventadas; y los boleros), yo les contesto por supuesto:
"Si tú me dices ven, lo dejo todo..."
¿Son o no son brujos del verano, ellos también?... ¡Ay!...
Pompita con agua de cebada, fresquita.
O limonada, fresquita también.
O una tacita de gazpacho.
O lo que queráis.
Hoy, os doy a elegir:
digan lo que digan en la tele, todavía es verano entre mis pompitas.
Besos y sonrisas. Y nos "vemos" a la vuelta.
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