y el sol se levanta perezosamente sobre las ocho de la mañana
Para acostarse a las cuatro de la tarde.
Lo que nos da tiempo para disfrutar por segunda vez al cabo de once años. Y esta vez no con el propósito de admirar el Sol de medianoche, muy digno de ver también, sino todo lo contrario:
Tiempo para disfrutar de las vistas de ensueño de este bonito país en las horas previas al espectáculo de las Auroras boreales (o Luces del Norte como las llaman allí.)Tiempo para patear sus calles heladas y rebaladizas con este andar patoso por precavido que nos delata como turistas ya que los autóctonos andan con paso decidido y despreocupado gracias a sus crampones que se ponen y quitan con la misma soltura que nosotros abrimos y cerramos un paraguas.
Con esas temperaturas siempre bajo cero, con ese sol tan vago, también nos delatan las cuatro o cinco capas de ropa que nos asemejan al muñeco michelín (o a unas morsas de Svalbard ya que estamos cerca) mientras ves con asombro a alguna gente (autóctona sin duda) que va con un anorak finito o un bonito jersey, sin gorro y sin guantes tampoco, muchas veces.
El frío no es el mismo para todos, está claro. (ni las temperaturas "suaves" que pregonan en ciertos sitios son de creer a pie juntillas... ni mucho menos. Lo dirán para no retraer al turista del sur me imagino...)
Pero no nos dejamos asustar por menudencias (¡!) y con aire frío en la cara, salimos para disfrutar; y disfrutamos, de todo.
Paisajes impresionantes que cortan el aliento, costumbres distintas,
Curiosidades naturales como un pequeño maelstrom,
Cultura e Historia tan tan rica e interesante...
http://kamaleon.viajes/la-epica-de-los-pioneros-del-artico-en-un-museo/
Aunque el primer avistamiento ocurrió sorpresivamente a las 6 de la tarde, desde la cubierta helada y ventilada del ferry que une la ciudad de Bodo a las islas Lofoten.
El espectáculo se disfruta plenamente sin contaminación lumínica, en unos sitios alejados conocidos por los guías especialistas del país que saben muy bien dónde nos maravillará este segundo espectáculo a unos kilómetros de Svolvaer.
Desgraciadamente no me salieron nada presentables las fotos de ese día...
A esas horas y con un frío que pela, unos días más tarde, a las afueras de Tromso y después de varias paradas oteando el cielo, nos instalamos finalmente alrededor de una fogata rudimentaria (que no calienta nada de nada) ...
... y los "profesionales" sacan trípodes y máquinas de especialistas.
... Mientras los "amateurs" como yo, se quitan los guantes y tantean tiempos de exposición procurando no tiritar... tarea sumamente ardua con los 12 o 13º bajo cero que marcan los termómetros. Menos mal, no corre nada de aire; lo que acentuaría nuestra sensación térmica.
Y el cielo despejadísimo nos augura un buen tercer avistamiento en esa noche sin luna (especialmente elegida)
Mientras esperamos, el guía empieza... ¡¡a cocinar!!
En un perolo grande echa cantidad de verduras varias, especias cuyo nombre se queda sin saber (su inglés y el nuestro son distintos...) muchos trozos de salmón, pimienta, agua y mucha nata líquida. Todo esto sin gorro ni guantes y con el anorak finito y abierto como buen chico del norte del norte del norte que se precie; pero sin quitarle ojo al cielo donde a ratos y brevemente se divisan ligeras " nubes" estiradas y grises, ribeteadas de un verde clarito indefinido...
Parece que las Artistas quieren hacerse las interesantes y se demoran, evolucionando lentamente en el cielo, como sin ganas, como buscando inspiración... parecidas al humo de una chimenea en una noche apacible...
El frío nos muerde ferozmente los dedos y la nariz a pesar de la sopa tan caliente y tan rica. (Gracias, Roy.)
Y la impaciencia también nos pone a prueba. (confieso que ratos pienso: "Yo, que odio los aviones y el frío ¿qué narices hago aquí? Estoy loca de remate.")
Pero "quién algo quiere, algo le cuesta" ¿verdad?...
Y el público reducido y variopinto (tres (cuatro) amigos españoles, cinco japoneses y nuestro noruego maestro de ceremonia y cocinero) aguanta estoicamente, sin parar de andar en círculo con el fin de no dejar opción al hielo de subirnos por las piernas.
Y de repente...
... todo el escenario se anima: los cada vez más numerosos velos, volutas y cortinas se mueven, a ratos con mucha velocidad, a ratos con mucho brillo.
La impresión es sobrecogedora... indescriptible... fuera del alcance de las palabras...
Silencio denso, expectante y maravillado del público sin aliento...
El cielo, un momento antes tan negro y salpicado de estrellas muy nítidas, de pronto se llena de luz; y no se sabe adónde mirar: bailan, literalmente bailan. Encima de nosotros, alrededor...
Como unos visillos con el aire...
Unos visillos blancos o grises ribeteados de verde tierno o rosa muy pálido cuando los ve el ojo humano.
Colores más intensos cuando los capta la máquina. Si es buena y bueno también el fotógrafo...
Mis fotos... ¡Ay! A ratos embobada sin acordarme de la máquina y a ratos hice muchas... y ninguna es para tirar cohetes, como era de esperar... Me conocéis y os lo avisé ...
Pero son mías.
Os podría haber puesto otras, mucho más vistosas y espectaculares, gentileza de nuestro guía Roy...
Pero no os lo habríais creído. ¿verdad que no?
Son mías.
Y para mí, todas (malas, malísimas o regulares) son la prueba de que no sólo lo he soñado en una noche de insomnio...La prueba de que la Luna no me mintió...
He vivido estos momentos místicos... Y ¡¡tres veces en una semana!!
Con una sonrisa extasiada que no se me borrará en la vida
cada vez que piense en las Luces del Norte...
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Pompita con la sonrisa puesta :)))
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