martes, 20 de septiembre de 2011

Cumpleaños.......

Cumpliría años ahora... si no fuese porque un día sus piernas decidieron pararse.

Su pelo blanqueó a la vez que sus ojos grises se llenaron para siempre, de un brillo especial... agua que se escurría entre sonrisas al evocar a su compañero de viaje que la dejó viuda tan joven.
Pañuelo blanco oliendo a lavanda inglesa.

Blanca también la blusa, o azul pálido, o gris, "alivio de luto" acompañando la falda o el pantalón negro.
Al cuello, según la estación, lana o seda... color y olor lavanda... siempre.

Última de una familia numerosa de varones pero no por eso la mimada, como podría serlo ahora... más bien lo contrario... por su condición de mujer: sin horario, pocos estudios, pocos juegos y mucho ayudar en las tareas de casa. Ni la época, ni su madre, ni su padre muy atareados, trabajando de sol a sol, se prestaban a los mimos.

De sol a sol trabajó también ella, desde muy joven, una niña aún.

Tuvo una hija, tres nietos, siete bisnietos... y un tataranieto que no llegó a conocer.

Y una gran amiga de toca impoluta, una cabeza loca con alas de gaviota... Su mejor cómplice en el hospital donde trabajó desde que enviudó hasta su jubilación, era una monja, algo "atípica" también. Entre las dos montaban espectáculos divertidos o improvisaban fiestas de disfraces o cantaban canciones pasadas, pasadísimas de moda, para el deleite y el olvido de males de la sala de los niños allí atrapados y que ella llamaba  "mes poussins"..."mis polluelos".

Nos cambiaba el nombre a todos cuando le apetecía.
A mí, su primera nieta, me llamó de varias formas dulces o irónicas según el color de mis años. Mi último y ya definitivo apodo cariñoso fue Framboise... nos gustaba a las dos y en recuerdo a ella, es mi nombre en el "idioma de pompitas"....
.... Primera bisnieta... ¿te acuerdas de "Pimprenelle"?...  Y de tu prima rebautizada "Froufrou" y de  la pequeña  "Charlotte aux fraises"....y así tenía para todos.

Hacía cosas poco corrientes para una mujer de su época y su edad: por ejemplo, pescar truchas con mosca en medio de torrentes de los Alpes, (mono-botas de goma gris con tirantes en los hombros y un viejo sombrero de tela azul desteñido) .... o recorrer en velomotor (mucho antes que su nieta quinceañera), nada más salir de su guardia nocturna, los 40 kilometros que la separaban de la casa de sus hijos y nietos, sin olvidar traer algun dulce para el desayuno (comida que consideraba básica y a la que me aficionó...)

No se pintaba ni ojos ni boca ni corazón y siempre olía a polvos de arroz y lavanda de Yardley.




No le gustaba cocinar pero siempre nos preparaba platitos suculentos con nata líquida... como buena casi normanda que era , no concebía cocinar de otra forma... taponándose las arterías domingo tras domingo sin saberlo...
No le gustaba coser, bordar o hacer punto como hacían las abuelas "al uso" pero jamás he visto calcetines tan primorosamente remendados (un huevo de madera de boj...)
Libros, libros y más libros... crucigramas y juegos de letras en la tele, y dar de comer a los gorriones (todos con motes por supuesto) visitantes de su minúsculo balcón... desde el sillón donde pasó sus últimos años.

Me dicen que también tenía defectos... lo dudo... aunque... "Nadie es nunca todo blanco o todo negro" es una frase que heredé de ella.
Sea como sea, para mí, tenía una gran cualidad : sabía preguntar y sabía escuchar y sabía responder y las dos, nos comunicábamos saltándonos alegremente la barrera de la distancia y de los años...

Un día de mayo, no supe interpretar un escalofrío y dejé para el día siguiente el llamarla por teléfono... y al día siguiente... se había cortado la comunicación.

Pero, a poco que relea uno de los libros que me dejó o vea torrentes con pescadores de truchas o desenrosque el tapón de su último frasco de colonia ...  la veo... y sonrío... y la oigo...
        ..."Framboise ¿ tienes el último libro de Robert Sabatier?"...

.

 

7 comentarios:

  1. Yo también tuve un abuelo al que le gustaba dar de comer a los gorriones y leer, leía sin parar. Se me quedó dentro, como tu abuela en ti. Tenemos tanta suerte...
    Un relato vivo, entrañable y tierno.
    Un abrazo.

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  2. Viva, entrañable y tierna, así era ella.
    Y sí, tienes razón Mercedes: tenemos suerte cuando alguien se nos queda tan hondo...
    Un abrazo para ti también.

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  3. Precioso recuerdo que se mantendrá vivo para siempre.

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  4. Han pasado años pero a mí, no se me pasarán nunca los efectos de haber tenido una abuela así.
    Un abrazo

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  5. Nunca conocí a mis abuelas. Murieron jóvenes. Y no quiero que me recuerden mis nietos, si los hubiere, como un ser casi vegetal. No por mí, que ya flotaría quizá feliz en ese mundo sin memoria, sino por ellos, impotentes.

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  6. Siento que no conocieras a tus abuelas, Diego... Es una experiencia distinta. Muy enriquecedora. Y a veces el diálogo necesita otro punto de vista menos cercano que se establece mejor con la distancia temporal. otras vivencias,otra sensibilidad que se salta una generación.
    Y mi abuela era todo, menos vegetal,te lo aseguro. :-) Era una persona vital.
    Hasta cuando ya no podía seguir andando, seguía volando en su cabeza y me hacía participe de su vuelo.
    La última imagen, no tiene porque ser la más duradera.Si ha habido en nuestra vida otras más potentes, son las que dejaremos en la memoria de nuestros nietos que os recordarán como a ellos les apetecerá y no como nosotros tememos.
    ... Así lo veo yo y así he querido plasmarlo aquí.
    Como el perro y el gato jajaja... para variar ;-)
    Un abrazote.

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  7. Gracias por traerme hasta aquí a conocer a una amiga de mi abuela Jacinta. Porque seguro que ahora son amigas...
    ¡Besazos, Framboise!

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