Las pompas de jabón... infancia, belleza de las cosas efímeras que sin embargo no olvidamos, sentimientos, cosas impalpables sin las cuales no seriamos nadie.
- Ha llegado la primavera.
- ... Si tú lo dices...
- Que sí. Dentro de nada, así estarán las florecitas en las charcas...
- Y los narcisos en el jardín... A puntito están.
- Y los pájaros... Ya sabes que éste aparece siempre a fecha fija; no se equivoca nunca...
- Mira los...
- ¿Sí...?
- No, nada...
- ¿Qué ibas a decir?...
-... Mira los arbustos con sus brotes nuevos a punto de florecer...
-Y los árboles con su paleta de pintor preparada...
- Ya... Y ¿éste?...
- Jajajaja A éste, ni caso. Es un exagerado. ¿No ves que no ha soltado su bufanda desde el otoño?... Es el árbol friolero. Ni caso te digo. Ya llegará la primavera. Muy pronto.
- Sí, te creo pero... ¿cuándooooo?...
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Pompita de friolera.
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No falla... invitas a alguien a comer o cenar a tu casa y aparece sin avisar.
Sí, él: Murphy.
Éste que no has invitado ni piensas hacerlo en la vida porque te cae mal.
Y porque vas escarmentada de tantas tostadas estrelladas por caerse precisamente, por el lado de la mantequilla...
Y aunque intentas esquivarlo, poniendo buena cara, él, el Rey Murphy El Temido, ignorando los mensajes subliminales que le mandas, tus plegarias mudas y toda tu buena voluntad para suplir tus escasos recursos en ciertas artes que te sobrepasan (aunque a veces suene la flauta por casualidad), pues nada... Se instala a veces, se incrusta más bien, disfrutando de tu ignorancia... De mil maneras y aunque no lo vea nadie.
Dejándote con toda la responsabilidad de sus fechorías. Y puede que tenga razón pero hay que reconocer que esto joroba y mucho...
Si los invitados son casi desconocidos, te pones aún más nerviosa y él se cachondea aún más en su rincón... Y por mucho que te esfuerces... algo saldrá mal. Matemático. Lo sabes. Por experiencia.
Y no es que seas pesimista pero te conoces y le conoces...
Según le dé ese día al "bicho", serán las afamadas alitas de pollo crujientes que estarán a punto de salir volando por estar casi vivo el ave todavía, a pesar del calor del horno...
O será la mayonesa especial que de costumbre te sale de rechupete, la que se cortará sin remedio (menos mal que siempre puedes recurrir a la de bote que con tu ingenio, puedes tunear con un añadido secreto haciendo trampa)
O será el arroz que a pesar de haber doblado el tiempo de cocción establecido, no consigues hacer comestible por tan firme, tan "al dente" (¿será que sigue esta moda reciente que le obliga al medio-crudo tan indigesto?...)
O será el soufflé de queso que normalmente te granjea aplausos, el que decidirá no subir (para bajarte los humos, está claro). (y esto sí que no hay arte cocineril que lo arregla... salvo quizás tu sonrisa algo crispada comentando: "No sé lo que le pasa al horno ultimamente..." y la buena educación de los comensales que te dicen: " Está riquísimo de todas formas.")
Pero si los invitados a comer o cenar son amigos de siempre, con su humor y su amistad a prueba de bombas (hasta las de tu cocina), te entienden, te aplauden igual, terminan los platos e incluso repiten hasta dejar la fuente limpia. Te quieren de verdad y vuelven en cuanto les propones: " ¿Nos hacemos una cenita en casa este finde ?"
Algunos de mucha confianza, hasta te dicen: "Traemos el postre."
Y no es porque se les indigestó tu tarta de manzana o la crema de limón que resultó espesa como para unir ladrillos o el strudel sorpresa (tu último experimento con estómagos ajenos), sino porque se apiadan de ti que cada día te estresas más cuando sales de la dieta facilona diaria a la que los años te han llevado (de la mano de tu digestivo). Y también porque, como tienen tus mismos años y tus mismas experiencias con el "enemigo invisible", (sí, él, el Murphy ése), se anticipan con empatía y te quitan un tema de preocupación. Así son los amigos.
Por eso hoy, tengo un postre especial que me han traído amigos de años, compañeros de descubrimientos (no sólo en la mesa) y de fatigas arrastrando maletas por muchos caminos o esperándolas en el aeropuerto.
Un postre de lujo para ilustrar muy bellamente el final de mis "espectáculos celestiales", ya que el mío se chafó por mi incompetencia con la máquina de fotos.
(hay que ser honrados y no de todo va a tener la culpa el tal Murphy ¿verdad?...)
Había tantas maravillas, que me costó elegir, os lo aseguro :)
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Pompita de Gracias mil a Fernando por su arte y su generosidad.
Y a Piedad por todo lo demás. (y la riquísima tarta de arándanos ;)
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