martes, 26 de febrero de 2013

Cuidadito con lo que dices...


Le despierta el ruido habitual.
Como el silbido de una locomotora.
Por encima de las conversaciones.
Le envuelve el olor penetrante que les altera a todos.
Han notado que hay momentos de más actividad, de más tensión.
De gritos incluso.
Momentos seguidos de más relajo. Lo tiene comprobado.
Y como todos los días a la misma hora, se lo llevan.
A él y a sus compañeros. Todos juntos y apretados.
Apuntan al que está a su lado pero después de una breve mirada, lo rechazan.
Entonces lo elijen a él. Por su discurso.
Y ya sabe que no tiene escapatoria: ninguno ha vuelto jamás.
Y a él, le ha tocado hoy.
Lo zarandean, de forma rítmica, como si de un abanico se tratara.
Le arrancan la piel de la cabeza. Pausadamente. Meticulosamente. Cuidadosamente.
Con un cuidado casi cariñoso que le sorprende.
Le sacuden boca abajo y tiran los vericuetos de su cerebro al pozo oscuro hirviente, humeante, oliente.
Su envoltorio, lo que queda de él, el resto de su piel cuidadosamente doblada en dos, se reune con otros destellos pensantes.
Y ya entiende porqué no volvían.

Se desmaya, se diluye. Ya no existe como tal.
Escaldado. Atrapado en una espiral negra que le marea.
Su último pensamiento: una parte de él se salvó.
Quizá germine...No lo sabrá nunca.

No sabe lo que puede pasar a partir de ahora...
....................................

-"Se te va a enfriar el café con tanteo meneo."
-"No me gusta que se quede el azúcar en el fondo de la taza... ¿Has visto la frase del sobrecito de hoy? Me gusta. Me la guardo. A ver la tuya..."
..................................

Pompita a la hora del café.

PS... ¿qué frase pondríais en un sobrecito de azúcar
para que germinase?...O lo intentase.

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martes, 19 de febrero de 2013

... y el reloj de arena.


"-Y esto ¿qué es?
- Es un reloj. Como ves, está lleno de granitos de arena que al caer miden el tiempo. Va lento o rápido, depende de los ratos, buenos o malos. Algunas veces parece que se atasca...
Las chinitas del andar del tiempo...
Pero se vacía inexorablemente.
Y termina su historia cuando todas las arenas han caído.
Y cambia de mano."

Cambia de mano. Y de nuevo alguien pregunta:

"-Y ¿esto qué es? ¿Para qué sirve? ¿Por qué tiene tres colores? Tres velocidades ¿para qué? ¿por qué tres tiempos?
- Uno es para gastarlo: el cuerpo, el trabajo, el dinero,...
  Otro es para llenarlo: los estudios, las lecturas, las ideas compartidas, las conversaciones...
-Y ¿el tercer color?
- Bueno... depende de la infusión de cada uno... Verás..."

Pero no oye la respuesta: sin infusión, se ha dormido, recostándose en su juventud.

Un día, llegado su tiempo adulto, al prepararse una infusión, recuerda sus ingenuas preguntas y la media respuesta que se le dio.
Y la completa desde su desvelo:
"- El otro color es el del tiempo que dedicarás a tu corazón, tus ilusiones, tus sueños..."

Vuelve a mirar los tres tubitos de cristal, con sus arenas de color,
con sus tiempos de infusión más o menos largos.
Se pregunta cuál ha sido el color de cada tiempo,
de cada infusión de su vida...
Y se pregunta también si puede darle la vuelta al reloj...
Y a modo de respuesta, le da la vuelta.
Quitando la etiqueta que seguía pegada en un lateral.


Pompita con tres colores...metafóricos. ;)
Y dedicada a Tetealca. :)

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martes, 12 de febrero de 2013

Infusiones...

                                                    


Me contó el gato negro que allí moraba que en determinadas épocas del año, la casa olía a brujería.

A veces, a velas e incienso exótico cuyas volutas se retorcian o estiraban adoptando posturas raras.

Otras, a humo de chimenea o guisos de caldero lento de setas, sapos o murciélagos, aunque preferían las ranas.

Pero otras veces, olía a hierbas, silvestres o domesticadas, todas aromáticas y puestas allí a secar para los futuros guisos y las olorosas infusiones.
                   ......................

Sabía que el salón no era el mejor sitio para tal menester, pero le complacía pensar que, por ser el corazón de la casa donde confluían todos, las hierbas se contagiarían de los espíritus buenos que allí entraban.
Por si acaso, las cubría con un lienzo fino que, en su imaginación, serviría de filtro no dejando pasar las malas vibraciones que rondaban a veces como en cualquier casa viva.

Pasado el tiempo del secado, guardaba el rumor de las hojas secas en recipientes opacos para que la luz no las distrajese de su cometido.
Recipientes que luego iban a reposar en la calma de la despensa fresca, tal y como se lo había enseñado su linaje de brujas aficionadas... a las infusiones.
Concesión a su época, los recipientes eran de plástico y el nombre de la futura infusión escrito con rotulador. También anotaba la fecha de la cosecha.
Y en la estantería las cajas parecían ataudes en sus nichos, con las manchas alegres y coloridas de flores y frutas de otras cajas; otras mezclas exóticas compradas en cada peregrinaje de supermercado o mercadillo, cercanos o lejanos.
                     .........................
Esto me lo contó mi gato negro hace poco
      y lo de la cueva de bruja, mis hijos, hace años.
 
Parece un cementerio vegetal con su olor a aquelarre, pero todos en casa saben que contiene remedios y vida
y que la frase mágica para resucitarlos en cualquier época del año es:

                       "¿Os apetece un agüita caliente?"

Hoy toca pompita con infusión de tomillo.
                        Y con miel de brezo.
Viene muy bien para luchar contra los resfriados.

. foto: hojas de hierbaluisa (A.citriodora)

martes, 5 de febrero de 2013

Candelaria = "Chandeleur" = "Crêpes"


Dicen que antiguamente a finales de enero-principios de febrero existía una fiesta para celebrar el fin de la hibernación del oso con la vuelta de unas temperaturas más clementes, como un anticipo de la llegada de la primavera. Y que de noche los campesinos recorrían las aldeas con teas, cirios o velas rogando a los dioses la purificación de la tierra antes de la siembra y que entraban en cada casa con los mismos ruegos de renacimiento y de luz.
Otras fuentes nos hablan también de tradiciones romanas en honor al dios de los rebaños.
Y más fuentes, más cosas, más tradiciones y fiestas.

Cada país, cada región, cada religión tiene sus tradiciones y forma de celebrarlas.
Estas fiestas genuinas, paganas, fueron transformadas (como otras muchas) por la Iglesia, en lo que conocemos como la Candelaria, que se celebra el 2 de febrero. Seguida el día 3 de san Blas que en el refranero nos anuncia la vuelta de las cigüeñas, también motivo de alegría.

Independientemente del color que queramos dar a esta celebración, todos podemos ver en ella el símbolo del renacer de la luz, los días más largos, el principio de la salida del invierno, el renovado deseo de la naturaleza.

La Candelaria, con la vuelta del sol y su forma redonda y dorada queda, para mí, asociada a la imagen de las "crêpes" con las que festejamos tradicionalmente la "Chandeleur" en mi tierra.

Hacerlas requiere ingredientes sencillos (harina, huevos, leche y poco más) pero sobre todo técnica y habilidad.

Y hacerlas bien es también todo un rito.

La primera suele salirnos fea (generalmente porque la sartén no ha alcanzado el calor exacto requerido) pero como nunca se debe tirar la comida pues la tradición nos dice que esta primera crêpe, se la debemos regalar a las gallinas (en caso de tenerlas) para agradecer su generosidad y pedir que nos obsequien con más huevos.
En caso de no tener gallinas, la "fea" se debe conservar en un armario donde atraerá abundantes y buenas cosechas varias. (esto... no sé, no sé... a ver si cosechamos ratones y demás bichos)

Con el fin de atraer más bondades sobre el hogar, es imprescindible darles la vuelta haciéndolas saltar por encima de la sartén sin usar espátula; y ahí es donde se ve la habilidad y la costumbre.
Y para lograrlo, nos entrenan desde niños.


 Un movimiento rápido de la muñeca y ¡hop!... pero...


               ... no siempre sale bien a la primera...
(incluso teniendo sangre bretona... Bretaña, tierra por excelencia de las "crêpes")

Otra exigencia de la tradición es agarrar en la otra mano, a la vez que se hace saltar la crêpe, una moneda, a ser posible de oro para atraer prosperidad sobre la casa.(esto de "Dinero atrae dinero" no es nada nuevo...)
No sé si lo podríamos intentar con... ¿un euro?...

Pero bueno... sea como sea, se hagan como se hagan, es una tradición que me gusta respetar:
Hacer las "crêpes" en esas fechas... y comerlas por supuesto.
Y en cualquiera de sus versiones:
La versión dulce: rellenas de mantequilla, azúcar, mermelada, miel, crema pastelera, natilla etc...
Y también flambeadas con licor, todas luces apagadas... hum...¡qué gozada!
O la versión salada, muy socorrida para una cena medio-improvisada: un ratito de horno despues de rellenarlas de jamón, queso, champiñón, espárragos trigueros etc...
(etc... significa claramente que en la cocina no hay límites a la imaginación)

Así que ya sabéis lo que hemos comido en mi casa, estos días pasados.
En esto somos muy tradicionales.
Pero como también somos unos golosos pues movemos la tradición a cualquier fecha del año que nos apetece.  ¿Por qué guardar lo bueno para fecha fija?

Pompita redonda y dorada como una crêpe.
                                    Bon appétit!

Si os interesa  Bretaña y su gastronomía:
http://franpompasdejabon.blogspot.com.es/2012/04/olores-de-bretana.html

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