Me rondaba la idea desde hacía mucho tiempo.
El invernadero estaba en mal lugar, demasiado lejos de los bancales, demasiado a pleno sol en verano, demasiado desprotegido del viento del oeste que aquí sopla y bien y que más de una vez (y dos y tres y más: ya perdí la cuenta) le arrancó la techumbre endeble, volando sus placas de policarbonato a veces dentro de la parcela y otras veces a saber dónde. Y con el consiguiente cabreo y la obligada visita a la tienda de bricolaje para reponerlas. Un error de ubicación de principiante.
Así que había que mudar de sitio mi "segunda residencia" como lo llaman en casa (por el tiempo que en él paso y disfruto, con las manos en la tierra, incomunicada y absorta en lo mío.)
No fue cosa fácil el traslado.
Vale... No fue el traslado de los templos de Abu Simbel... pero casi.
Primero lo tuve que vaciar de esta montonada de cosas que guardo cual hormiguita "por si sirve" (que algunas veces sirve y otras no). Y como estuvo en desuso algún tiempo por varias circunstancias pues... menudo follón encontré ahí dentro. Y algunas sorpresas también.
Por ejemplo un pequeño avispero abandonado en un tiesto, un esbozo de nido de pájaro en otro y una despensa ratonil de bellotas amontonadas en un rincón. (Cosa sorprendente si se sabe que el invernadero es también uno de los lugares predilectos de siesta de Mun, mi gato cazador.)
Luego tuve que desmontarlo en parte, quitando las placas de los laterales.
Y lo más gordo... había que transportar el armazón metálico ¡sin desmontar! hasta su nueva ubicación. Sin desmontar porque demasiado nos acordamos del montaje inicial que fue una odisea descifrando un folleto de instrucciones que, como muchos, no estaba escrito precisamente para principiantes inexpertos.
Pero la cosa se consiguió entre tres mozos fuertotes y una servidora (no tan fuertota y que se limitó a dirigir el tráfico para sortear los obstáculos de árboles y arbustos. Ya sabeis: "Un poco más a la derecha, ahora a la izquierda. No ¡¡tu otra izquierdaaaa!!" Jeje. E inmortalizar el momento estelar también.)
Luego, taladros en la base para volver a fijar cada cosa en su sitio y...
... luego volví a montar tabiques y tejado (intentando mejorar el invento). Y empecé a amueblar de nuevo colocando en las estanterías los cachivaches al uso.
Y acondicioné la novedad de un pequeño bancal interior para futuros cultivos delicados, esquejes y experimentos. (depues de los tomates, pepinos, berenjenas y demás cosas de verano al aire libre, pretendo comer también lechugas propias este invierno, con sabor auténtico y que, supongo, estarán a gusto en el invernadero nuevo.)
Y ya. Ya lo tengo casi casi listo de nuevo. Y siguiendo con la dinámica de los "ya que...", también desplacé el bancal de las fresas y estoy haciendo nuevos esquejes de aromáticas y más cosas.
... Ahora sólo faltaría desplazar el compostero que ha quedado muy lejos del rincón huerto. Y ya tengo pensado su nuevo sitio y será más fácil.
Pero esperaré hasta la primavera (creo). Hay que saber dosificar los esfuerzos de las lumbares para luego poder disfrutar sin tener que dosificar pastillajos. ¿No os parece?
Ya os seguiré contando... cuando salga de mi nuevo invernadero.
(que por cierto es también un lugar ideal desde el cual cotillear pajaritos sin ser vista.)
Pompita de pre-estreno de invernadero nuevo-viejo y disfrutando con las manos en la tierra, en otoño también.
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