viernes, 30 de noviembre de 2018

Y el viaje continua... 6

... Pero poco tiempo tardarían los riachuelos contaminados en cantar de nuevo con voz limpia, brincando alegres sobre rocas cubiertas de musgo o besando las orillas doradas de sol...

Después de la locura, llegó el recogimiento. Cada día el sol se levantaba más tarde, rodeado de brumas tranquilas. Los árboles desnudos tiritaban al amanecer y las hadas del agua mudaron sus alas rojas de otoño para salir cada mañana envueltas de escarcha brillante. Se hinchaban de aire limpio del cielo infinito surcado por los buitres y las águilas. 
A ratos el viento soplaba desde las alturas y las llevaba en una carrera errática entre los troncos negros, húmedos y fríos: llegaba el invierno.
Ellas recobraban fuerzas nadando en las charcas heladas y silenciosas. Se entretenían labrando rocas, borrando huellas humanas de las ramblas, sembrando bulbos y semillas y dejando sus mensajes en las orillas del arroyo que las llevaba, de cascada en cascada, en pos de más descubrimientos. 



Al unirse en varios riachuelos, su canto volvió a alegrar el paisaje reflejando el azul del cielo en la superficie lisa de los lagos que las reunían bajo la mirada de las montañas nevadas.
Descubrieron los molinos, las presas, los veleros del verano dormidos en las orillas, los pueblos sumergidos debajo de sus alas, los cementerios verdes de algas y poblados de carpas tranquilas, la  fuerza de su bondad de hadas y el amor de los hombres por ellas.
                                                                               ...continuará.
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Pompita de agua
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martes, 6 de noviembre de 2018

Y el viaje continúa... 5

... En el reparto de tareas de las Hadas trotamundos, les había tocado cuidar de la Naturaleza libre, alimentando con los secretos que la tierra subterránea les había entregado, al pequeño arroyo y la exuberante vegetación que lo escondía a los ojos de los mortales .
Y las ninfas, entusiasmadas con su suerte, se pusieron manos a la obra...                                      

Pero pasados unos meses... 

Manchada de barro pringoso, rodeada de inmundicias hasta las pestañas y tiritando de frío, miedo e incomprensión, se encontró varada en un rincón, aturdida, asustada y presa de sentimientos inexplicables...


Todo empezó en el subsuelo eléctrico y agotador de una tarde de final de verano... Después de unas noches enfebrecidas de música, rumorosas de las alas de faldas floridas y sombreros de paja que a su alrededor bailaban sudorosos; después de noches entregadas a las estrellas y ajenas a la tormenta que se avecinaba, a lo lejos un relámpago como una premonición, había desgarrado el cielo con su pico de ave, sin más demostración de futuro que una luz cegadora y muda, pronto olvidada...


Pero, de repente, un espíritu maligno transformó los cascabeles de las risas de las hadas Plic en tambores de Ploc, seres indomables y destructivos. 

Arrasaron con todo: gentes inocentes o no, casas humildes o lujosas, coches de cualquier color, marca o tamaño, cultivos a punto de dar sus frutos, derrumbando puentes y pasarelas, arbustos silvestres y árboles centenarios, anegando todo el paisaje y vomitando desolación.
Poco subsistía del paraje risueño donde, no hacía tanto, todos se bañaban despreocupados, donde los niños perseguían cangrejos tímidos en el fondo de sus escondrijos, donde a la noche los grillos tomaban el relevo de los pájaros, rivalizando de alegría, donde trenes blancos y camiones multicolores transportaban ilusiones y trabajo de pueblo en pueblo en unas carreteras ahora inexistentes. 
Con el paso de los días, como si se tratase de la maldición ineludible de un cielo despiadado que les habría echado mal de ojo, las Ploc caían más numerosas y violentas... Parecía que unas brujas enloquecidas las empujaban en un recorrido crecido e incontrolable, tumbando sin miramientos cualquier huella humana a su paso y sembrando tristeza...
A ratos, un sol impotente pugnaba por salir y ayudar a secar el paisaje desolado y el alma encogida de pena de la gente que deambulaba entre las ruinas, sin rumbo, en silencio y con la mirada perdida, oteando el cielo...

Manchadas y arrugadas sus alas de hada Plic y tiritando de agotamiento entre los desechos, una gota de agua se apartó con esfuerzo de los plásticos y el aceite irisado de los coches volcados que la retenían en la orilla. Se elevó en una ráfaga de aire y recorrió el entorno devastado, abrumada... Empezó a sacudir la memoria de unas cuantas Ploc que, al recordar sus raíces de agua sana y el porqué de su existencia, se retiraron, apesumbradas.

Poco a poco, todas recobraron el camino de su cauce habitual; el viento cayó  y amainó la lluvia... 

Pero tiempo tardarían los riachuelos contaminados en cantar de nuevo con voz limpia, brincando alegres sobre rocas cubiertas de musgo o besando las orillas doradas de sol...
    
                                                                                            continuará...
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Pompita de agua.
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