En mi gramática de lo imposible
Todas las palabras podrían concordar
Desde las más frágiles a las más sensibles
Del plural al más singular.
Quisiera que el masculino
Concordase con el femenino
Que la razón gane por fin
Entre las palabras del genero humano.
Que ninguna se quede al margen
Y que en este mundo imperfecto
Se conjuguen en el tiempo más amplio
Los derechos humanos y su respeto.
Que se conceda el derecho de asilo
A todos los verbos irregulares
A todas estas palabras sin domicilio
Que nos convierten en extraños,
En gente sin esperanza, sin recursos
sin refugio y sin ilusiones,
Sin voz ni ley y sin amor
Fuera de nuestras casas.
A todos los nombres cuyo origen
Se ha perdido en la noche de los tiempos
Y cuyas ramas han echado raíces
En la tierra de sus hijos.
Que se borren de los diccionarios
Las reglas injustas y los acuerdos
Que traen fuego y hierro
Hasta el articulo mortis.
Que nuestros idiomas tan diferentes
Aprendan por fin a escucharse
Y se unan en la tormenta
Hasta los confines de la Humanidad.
Para romper los muros del silencio
En las miradas y los pensamientos,
Que se abran las puertas de la infancia
de par en par al verbo Amar.
En mi gramática de lo imposible,
Donde se pesarían las palabras,
Las mentiras serían expuestas
A la pena que habrían causado.
Y las sentencias inaceptables
Serían declaradas nulas,
Marcadas con un sello imborrable
Y desterradas hasta la eternidad.
Se acabarían las salidas de tono,
Los fraudes del pensamiento,
Las palabras engañosas que ponen barreras
Al camino de la verdad.
Para mi gramática de lo imposible
Elegí escribir lo mejor
Pero sin esconder nada de lo peor
Ni las lágrimas ni el dolor.
Y sueño con la portada
Del gran libro del porvenir,
Con el capítulo de la aventura
Que nos queda todavía por escribir
Con palabras que nos inspiren
Más allá de los diccionarios
Para empezar a construirnos
En la lengua del universo.
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Pompita para cantar
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