martes, 6 de septiembre de 2016

Mo y Zoe

Así los llamé (no me preguntes por qué) y así los recuerdo...
Cuando los vi, estaban a pocos metros y días de distancia. Disfrutando los dos del sol y el calor, de la sombra y la soledad, compartiendo silencio, geografía y vegetación.
Mismos gustos en sus paseos y descubrimientos y sin embargo tan distintos.

Él, tan vivaz e inquieto, pronto en escapar y esconderse y volver a aparecer, saliendo de su cueva ocasional entre rocas bañadas de calor, con sus ojitos redondos de sorpresa e incansables en busca de algo con que alimentarse o un sitio donde empaparse del sol que le alimenta también y motea su cuerpo esbelto y ágil.
Sorprensivo, escurridizo, inaprensible. Brillantes colores fugaces. Verdes, azules, naranja a veces. Tan fugaces que te preguntas si ha sido una ilusión óptica o si de verdad lo has visto.
Hasta que se queda parado, un segundín nada más, como posando para ti si sabes respetar su silencio e inmovilidad. Y te contagia su quietud; quietud aparente que los latidos visibles de su corazón desmienten...
Pero, pasado este segundo de gracia.... fruuuttt... vuelve a desaparecer. Sin embargo, no está lejos; y te mira. A ratos asoma su hocico gracioso, te guiña un ojo un par de veces. Y se escurre otra vez entre la hierba reseca que suena imperceptiblemente a su paso.
Sonido cubierto por el ruido repetitivo y enervante de las chicharras.


Y ella... más pausada en su caminar aparentemente incierto... como sopesando el esfuerzo y el precio de cada zancada... como dudando sobre el camino a seguir; sin buscar un refugio entre zarzas más que en las horas centrales del día o en la arena cuando el frío la cerca... (Ectoderma la llaman los especialistas) Llevando su casa a cuestas con filosofía resignada (supongo) y cobijando patas y cabeza en ella al más mínimo soplo inquietante del entorno; a la manera de un niño que se tapa los ojos con las dos manos para no ver los monstruos que viven en su armario o debajo de su cama y que piensa que por no verlos, ellos no lo ven.
Testaruda, de pico cortante y sin embargo presa fácil; frágil a pesar de su caparazón. Amenazada su longevidad que ella se empeña en proteger con inmovilidad y silencio.



Guapos y enternecedores animalillos, cada uno a su aire,
cada uno a su manera.

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Pompita después de mi siesta agosteña.
Y fotitos de Menorca.


7 comentarios:

  1. Vuelves de tu siesta agosteña, con es amor casi franciscano a todo lo que nos ofrece la naturaleza.
    Como un entomólogo, diseccionas con brillantes palabras, aquello que pasa desapercibido para la mayoría de los mortales.
    Mi "mea culpa", es reconocer que en pubertad vivida en las siestas calurosas de un pueblo manchego, junto con otros irresponsables, nos dedicábamos a la caza de tu primer animalillo y por vergüenza evito decir los que hacíamos con ellos.
    Pecadillos de una juventud, que no tenía ni móviles ni IPod.
    Bien venida, amiga y un beso.

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    1. :(... Ya me imagino los "pecadillos" (más bien salvajadas) :(... Y me alegro de que los niños de hoy en día tengan otra salida a su ¿aburrimiento, deseo de dominación del medio, agresividad latente...? o lo que sea, gracias a los juegos electrónicos ;)
      Algunos (entre los que me cuento, lo confieso también) por simple curiosidad, hemos destrozado hormigueros o tenido presos caracoles en cajas de zapatos o cazado mariposas para admirarlas ;)
      Lo malo es si lo sigues haciendo de mayor. ¿no?...
      Un abrazote, Juan y una sonrisa. :)

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  2. A LAS MUY BUENAS PRE-CENAS Y POST-PLAYAS, Fram!!! Porque bueno, la calor que hace es, y disculpa, ¡la rehostia en bici!, jajajajajaja... en serio, de colores, de colores casi veíamos los pececillos de tanta calor.

    Sobre la fauna que nos reportas, pues a ver, como dice Juan más arriba... mejor no me explayo sobre nuestras criaturadas veraniegas con lagartijas y ranas de acequia, pero hay que reconocer que nos pasábamos un pelo la cuadrilla de niños que nos juntábamos en aquellos veranos de finales de los 70. Y por cierto, tuve una tortuga también por aquella época... lo que pasa es que, o eso me dijeron luego, era "de California" y más bien aficionada a los mordiscos (o parecido) cada vez que le endilgabas un peaso lechuga (pa mi que era carnívora), jajajajajajaja...


    Un besazo de nuestra parte MUUUUUUUUY CALUROSO!!!

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    1. ;) Pues sí... mejor no te explayes ;) Y lo que le decía a Juan, te lo digo también. :D
      Más consola y menos bichos :DDD (es broma ;)
      En cuanto a tu torguita-mascota... son todas más o menos omnívoras con lo cual, sus mordisquitos cariñosos eran peticiones de más variedad en el menú :D
      B7s y besotes para todos
      (resistiendo los últimos coletazos (dicen) de la ola de este calor infernal)

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    2. Pues...¡PRIMERA TORMENTA Y DE LAS CHULAS!, jajajajajaja. Recién hemos llegado de pasar el día en el Penyagolosa y a eso de pasadas las comidas (de bocata y bajo los pinos) AQUELLO SE HA PUESTO A RETUMBAR COSA FINA, mujer, tanto susto le ha entrado a la niña que nos hemos tenido que meter en el buga y acercarnos al bar de San Juan (allí mismo). Pero luego ha sido ir bajando hacia la Plana de CS y la temperatura ha vuelto a subir apreciablemente, aunque ya se está mucho mejor a en la primera semana de septiembre, conste.

      BeeeeeSAZO de nuestra parte!!!

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  3. Se ve que todos hemos cometido alguna que otra tropelía con estos pobres ;) Antes al no tener todos los inventos que tienen los niños hoy día, nos divertíamos explorando en la calle y el campo. Pero no eran cosas incontables, sólo el mínimo daño.
    Bonito relato de esta pareja Menorquina.
    Espero que lo estes pasando muy muy bien Fram. Nosotros ya descansando en casa.
    Besos

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  4. ;))) Framboise, te cuento que, salvo la tortuguita, el otro 'bichito' sí...¡¡Pero que no entre en casa!!...jaja...;P
    B7s

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