martes, 13 de febrero de 2018

Un espectáculo celestial 1


Ya sabes que a las hadas del invierno les encanta la oscuridad de la noche ¿verdad? Porque es donde pueden soplar a gusto su aliento boreal de cellisca sobre el paisaje, cubriendo cimas y llanuras.
Por eso, huyendo de las zonas templadas donde no son siempre bien recibidas pero donde algunas veranean durante nuestro invierno, la mayoría viven en el norte.
Y más aún: al norte del norte del norte: allí donde la Noche es Interminable.

Pero hace mucho, mucho tiempo, tanto tiempo que nadie recuerda cuando fue, existía un hada diferente.
La llamaban Aurora pues había nacido en las primeras semanas del Día Infinito.
Y por ello precisamente, a ella, si bien le gustaba la noche, como a todo su Círculo mágico de amistades, también le gustaba la luz. Y sobre todo, la luz alegre de los colores del Día sin Fin que adornaban con flores los fiordos, las islas de su infancia y las casas de pescadores de su comarca.
Y cada vez que menguaba el Sol y apagaba los colores antes de irse, ella suspiraba, languidecía y siempre le rogaba, entre súplicas y lágrimas:
"Por favor, aunque te vayas para tan largo viaje y te lleves la luz, déjame por lo menos los colores. No puedo vivir sin ellos."
El Sol, como es lógico en un señor tan ocupado, no le hacía ni caso, siguiendo su recorrido programado en el cielo desde tiempos remotos.
Pero Aurora era tozuda y cada año le repetía:
"Por favor, te lo suplico, déjame los colores para alegrar el cielo de la noche."
Y así, año tras año... Año tras año...

De tanto insistir, nuestra hadita inconformista terminó por enfadar al Sol que aquel día explotó de mala manera; y resoplando tal viento huracanado armó una tormenta que no veas:
¡Que si tenía cosas más importantes que hacer, que qué se había creído, que si no tenía tiempo para los caprichos de una mocosa incordiosa, que si esto y lo otro!...
Era tal su mal humor que, cosa nunca vista, sus ojos disparaban rayos, su boca escupía chispas, su pelo se retorcía con rizos de fuego y se tambaleaba su corona sembrando el pánico entre las orcas.
Hasta los habitantes de tierras lejanas se asustaron pues pensaban ellos que tanto ruido iba a despertar a los volcanes...

Pero allí, al norte del norte del norte, allí donde moran las hadas del frío, en el silencioso cielo negro de la Noche Interminable, el aliento iracundo del Sol, imantado por el deseo de Aurora, se transformó en volutas rosadas, amarillas y verdes que maravillaron hasta a los renos que, ya lo sabes, no se emocionan fácilmente, siempre rumiando en su rincón.
Y las hadas de la oscuridad que se habían refugiado atemorizadas en sus cuevas de hielo, en lo más profundo de los glaciares azules, salieron al oír carcajadas.
Primero pensaron que serían las risas burlonas de las estrellas que se vuelven muy escandalosas, allí arriba, al norte del norte del norte, cuando la luna se toma un descanso y las deja brillar a su aire, sin hacerles sombra.
Pero, estupefactas, descubrieron a Aurora dando vueltas y vueltas en el cielo, rodeada de elfos de luz y bailando feliz con un largo vestido de moiré de colores vivos e irisados.
Desde lejos, por encima de las montañas nevadas, se oían la música de su risa alegre, el crujir de seda de los velos vaporosos que la envolvían y, sobre todo, los susurros extasiados de los niños samis que la admiraban, boquiabiertos.

El Sol, que siempre se entera de todo gracias a la Luna chismosa, supo de la felicidad que él había traído por casualidad al hada Aurora y supo también del éxito del espectáculo que todos (¡hasta los armiños y los frailecillos, imagínate!) le comentaban.
Generosamente, le prometió que les regalaría cada año, a ella y a todas las hadas de su estirpe, cintas, velos y chales de colores con la única condición de que bailasen de vez en cuando en el cielo para alegrar a los niños, durante la Noche Interminable.

Y por eso, cuando la luna se esconde entre bambalinas para dejarles su sitio en el escenario del firmamento nocturno, aparecen Aurora y sus hijas bailando, sobre plumón de cisne blanco... allí, al norte del norte del norte...

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Esta historia me la contó hace poco la Luna llena ...
¿O todo fue un sueño que tuve mientras consultaba el programa del espectáculo de Aurora y sus hijas, luces danzarinas..?

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Pompita volando, volando... hacia allí, hacia el Camino del Norte...
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9 comentarios:

  1. Qué historia más bonita!! Me ha encantado!! Me ha hecho soñar mientras la leía!! Felicidades!!
    Besicos!!

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  2. No sé si lo soñastes o deverda te lo contó la luna llena. Lo que sí es un relato muy lindo el que acontecío allí alnorte del norte del norte. Todo un gran espectáculo el de Aurora y sus hijas.
    Buen martes Fram.
    Besos.

    Pd.Te perdono de nuevo 😜

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  3. La Bruja del Norte sopló polvo de letras de colores al arbustito, el resultado fué un cuento dulce, precioso y lleno de colores estelares.

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  4. El verdadero espectáculo, se consuma leyendo esta brillante narración, escrita con la paciencia y la belleza de un orfebre que saca nuevas luces y facetas a un original trozo de carbón.
    Me descubro ante esa manera de escribir. Y mis palabras solo pueden ser de felicitación,
    Besos.

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  5. Espero que esta vez sí veas esa Aurora que te está esperando. Yo solo las he visto en foto, pero me imagino lo que debe ser observarlas en vivo. Y su silencio... (Aunque yo quiero imaginar que en la altura suenan como un órgano celestial :) Disfruta de tu viaje, y a tu vuelta cuéntanos algo.

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  6. Me has embrujado con esta hermosísima historia de Aurora, y después seguí el enlace que pusiste y allí me demoré leyendo y viendo y hasta oyendo a esas hadas de Norte.

    Creo que sigo hechizada.

    Espero que las puedas ver en directo y nos trasmitas todas las emociones que has sentido.

    Muchos besos y mímate.

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  7. De no habérselo contado la luna o ser, acaso, un sueño, bien podría ser una leyenda nórdica de remotos orígenes...
    Abrazos.

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  8. Me ha gustado mucho tu cuento,sobre el nacimiento de la aurora boreal. Imagino a la bonita hada volando junto a ella. Un abrazo.

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  9. Siempre llevas una niña,una adolescente y una anciana dentro,tres polos preciosos contados con mucha esencia.Imposible no llenar nuestra imaginación.Gracias por darme estos trozos de tí.

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