martes, 7 de agosto de 2012

Una de policias y ladrones...




Las veía desde donde estaba sentada, con mi libro y mi botellita de agua al alcance de la mano, disfrutando de la tarde.
Estaban a pleno sol, paseando en la arena. Solas o en grupo. Todas morenas, muy morenas, la piel brillante, animadas, cintura de avispa.

Un grupito llamó mi atención. Parecían conspiradoras: se habían parado y cuchicheaban, sus cabezas casi tocándose, gesticulando pero lo imprescindible, sin gritos.
Parecían amigas íntimas. Sin embargo, hubo un momento en que pensé que iban a pelear: una asió a la que tenía cerca y la zarandeó. Pero en seguida se calmaron y siguieron con su conciliábulo discreto (¿quizás eran mudas?)

Luego, de repente, el grupo se disolvió y cada una se fue por donde le apeteció. O hacia donde las llamarían sus obligaciones.
Algunas de dos en dos. Otras, solas.
Una, algo más nerviosa que las demás, se fue sola pero volvió enseguida sobre sus pasos y recogió un bulto que había en el suelo y que se le habría olvidado con el sofoco de la conversación o con las prisas.

Como me intrigaba, me levanté y la seguí. Andaba yo despacio, observándola desde lejos, fijándome en su caminata que me pareció algo errática (se confirmaban mis sospechas: era miembro de una asociación secreta, quizá peligrosa, planeando una invasión a gran escala, una guerra sin cuartel; era una conspiradora que quería borrar huellas ¿me habría descubierto? ¿hasta dónde me llevaría en su deambular para despistarme?)

De repente, se paró. Parecía perdida. Pero, arrimándose a una pared larguísima, siguió todo recto, ya sin titubear. Casi corriendo a pesar del enorme bulto que llevaba (¿qué transportaría, tan importante que no lo soltó ni un momento? ¿material robado? ¿droga? algo muy valioso para ella, sin duda)
Estaba en forma, está claro: tan delgada y tan fuerte y corriendo con ese calor, cargada con ese bulto de forma indefinida pero que se intuía muy pesado.

Cruzó una esplanada (la crucé yo también), torció hacia un pasadizo (torcí) y dejó el bulto delante de un recoveco que había en la pared y donde otra, con el mismo aspecto enigmático, parecía esperarla. Intercambiaron información durante un rato (bueno, esto me lo imagino porque desde donde estaba seguía sin oírlas) y luego, la de la entrada se metió adentro, llevándose el bulto misterioso.

La primera de mis conspiradoras fue hasta una puerta de madera y se paró en el umbral (me paré también, fingiendo mirar hacia otro lado). Levantó la cabeza (parecía un perro olisqueando el ambiente). Dio media vuelta, como molesta, disgustada y volvió más despacio (algo cansada me imagino) hasta el lugar del encuentro y entró también.
Y la perdí de vista.


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Creo que lo he conseguido: no soy mala y no les veto la entrada al cuarto de baño (al fin y al cabo, vivían en esta zona mucho antes que nosotros, mucho antes de que construyéramos la casa) pero en una temporada, no se acercarán a Mi despensa... las hormigas.

Pompita soplada con curiosidad hacia ellas.

Y con admiración hacia Bernard Werber que escribió, mezclando rigor científico y fantasía desbordante,
su "Trilogía de las hormigas".
Historia que me viene siempre a la mente cuando las veo o si me hablan de ellas.

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8 comentarios:

  1. ¡Qué engañada me tuviste con su cintura de avispa! Imaginé jóvenes y adolescentes en lugar de bichitos negros siempre cargados...
    ¡qué gran historia!me encanta lo minúsculo.

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  2. Cómo te gusta jugar al equívoco, ¿eh?
    Me ha gustado mucho tu cuento, realmente... y yo les tengo la guerra declarada todos los veranos. Siempre ganan ellas, claro, pero últimamente he conseguido mantenerlas por el patio y sus incursiones "despenseras" son muy poco frecuentes.

    Un saludo.

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  3. Me encanta la historia, es genial!!!
    Y la foto del inspector gadget! que me encantaba de niña
    Besis

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  4. :D:D de engaño, nada, mariajesús. Al contrario, la cintura de avispa podía ser una pista: ¿no son hormigas y avispas de la misma familia? y como en todas las familias, unos individuos te caen mejor que otros. Las avispas me caen fatal!!!

    ;) elena, una investigación está siempre llena de pistas falsas y si os digo desde el principio que el asesino es el mayordomo ¿donde está la gracia? :D
    Siempre ganan las hormigas, está claro.

    :) mientrasleo, seguro que oyes la cancioncita nada más ver al inspector Gadget :D a mí, me pasa.
    PS mi "caleidoscopio" te ha contestado ;)

    Besotes para las tres.

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  5. Pues me has recordado un pasaje narrado por Henry David Thoreau, pasaje en el cual describe una guerra de hormigas que presenció en su estancia en los bosques de Concord; un combate de hormigas que narró como si de una una guerra homérica se tratara: magistral.

    Bien llevado tu relato.

    Un beso

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  6. Confieso no haber leído a Thoreau. Lo intenté, lo intenté... con "La desobediencia civil" que me recomendó mi hijo, pero se me hizo pesado (el libro, no el hijo :D )
    En cuanto a las guerras de hormigas, muchos de los que se han interesado por ellas, las describen como dices: homéricas.
    Werber también tiene unas descripciones de esas luchas también entre avispas y hormigas (aunque él se va por las ramas en muchos aspectos :D )
    Por algo sobreviven a todo, incluso al hombre y sus productos... y sus guerras.

    Nos "vemos" Beso.

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  7. Tu las haces ver simpaticas.
    Mis rosales no

    Cariños

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  8. AbuelaCiber... sí, me caen bien, por su resistencia y su tenacidad :)
    Tus rosales ¿no tendrán pulgones?... ellas las crían como si de un rebaño se tratara.
    Te pongo este enlace por si te sirve
    http://articulos.infojardin.com/PLAGAS_Y_ENF/PLAGAS/hormigas-plantas-jardin.htm

    Besos, jardinera.

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