Las palabras son este privilegio que tenemos los humanos sobre los animales, esta facultad de expresarnos con un código que solamente el género humano posee.
Muchas veces utilizadas con torpeza, con precipitación, pocas veces descifrados con claridad sus matices.
Las palabras escritas son más pausadas la mayoría de las veces pero más peligroso su uso si no es reflexivo.
Las palabras pronunciadas poseen la fuerza de la intonación de nuestra voz pero corren a veces tan veloces que ni quien las dice las elige siempre con acierto, ni quien las oye tiene tiempo de saborearlas o analizarlas.
En este intercambio, nos ayuda nuestra voz pero también nuestra sonrisa, nuestra mirada, nuestro cuerpo entero, soplando calor con la mano que se tiende, el brazo que rodea, el hombro que se ofrece para consolar.
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